[FOTOS] Bourbon Gipsy Circus: The Urban Voodoo Machine en La 2 de Apolo

TUVM_PortadaEl sábado pasado había mucha oferta de conciertos en la siempre activa noche barcelonesa, pero tuvimos el buen ojo o la suerte de reconocer EL CONCIERTO. El siempre valiente ciclo Caprichos de Apolo nos había descubierto a los canallas The Urban Voodoo Machine y lo que ya de por sí pintaba bien acabó siendo un concierto de esos cuyos recuerdos atesorar como lingotes de oro.

Abrieron los enérgicos Mossén Bramit Morera i els Morts y su propuesta horror rock aderezado de garage, rock’nroll y psycobilly con tintes 50’s y 60’s. Con una puesta en escena impecable muy de teatro de guiñol, vaudeville y ecos a las películas de terror clásicas, nos encontramos delante de un frontman a medio camino entre el más acelerado Lux Interior y el cavernoso Vincent Price, por citar alguna de las muchas almas que conviven dentro del cuerpo del Mossén.

Y es que el Mossén y sus Morts consiguen que fundamos los zapatos en la pista de baile y nos arrodillemos en un torbellino de rock’nroll recuperando himnos inmortales del rock con una solvencia innegable y dotados de personalidad propia y mucho carácter. Lux estaría orgulloso de ellos.

Se hizo el silencio y dos sets de batería, numerosos pies de micro, un cajón… fueron invadiendo el escenario y antes de que nos diéramos cuenta lo habían tomado al asalto The Urban Voodoo Machine, que en esta noche contaba con ocho de sus hasta doce componentes: Lucifire (saxofonista), Dr. Lloyd Gomez DeVille (trompetista), The Reverend Gavin Smith (contrabajo), Paul-Ronney Angel (cantante y guitarrista), Nick Marsh (guitarrista), Slim (acordeón) y el divertidísimo dúo formado por JaryThe Late J-Roni-Moe tras los sets de batería.

La noche despegó con la instrumental Theme From The Urban Voodoo Machine, declaración de principios de aires western con la que la banda irrumpió en escena como un huracán imparable, armados de un gong y con toneladas de descaro y simpatía. Ataviados de riguroso negro y rojo en honor a su último disco, Black And Red, enlazaron con High Jeopardy Thing y Cheers For Tears, canciones de rock sucio y empapado en Bourbon en las que Paul-Ronney ya nos dejó claro que es un gran frontman.

Siempre arropado, eso sí, por la banda de músicos más magnética y con más personalidad que he visto en mucho tiempo, donde todos son protagonistas, todos provocan y se retan sobre el escenario a ver quién la lía más, a ver quién se lo pasa mejor.

Como en una ceremonia religiosa en que se ensalzara la profanación, la banda nos convirtió en sus fieles inadvertidamente mientras alternaba los canciones de cadencia sensual y alta temperatura, como la oscurísima Emptiness, con tangos decadentes y burlones como Love Song 666, bailes de aires gitanos (esa espectacular S.O.S Swim or Sink) y números bailables y casi circenses, como Goodbye To Another Year.

 

Sin olvidar el himno Help Me Jesus, con Paul haciéndonos repetir sus cánticos gospel de cazalla cual descarriado predicador. Un cóctel explosivo aderezado con trompetas de influencia mariachi, voces canallas al más puro estilo Willy DeVille, maracas y hasta las castañuelas que Lucifire tocó con gran salero mientras bailaba descalza durante Crazy Maria.

Todo valía para conseguir ese sonido que parecía un improbable vástago del rockabilly, la música zíngara, el bluegrass, los toques latinos y la música tradicional griega, ese sonido a la vez tan único y personal del grupo. Y La 2 de Apolo se convirtió por obra de magia (negra) en una taberna portuaria en que parecía que todos nos acabábamos de beber la última copa.

 

Y la noche no podía acabar de otra manera, con la banda tocando entre el público, dos músicos besándose tórridamente, los fieles cantándole al “Reverendo” Gavin Smith el cumpleaños feliz, la botella de bourbon corriendo de mano en mano, el cantante regalando sus collares a las primeras filas, abrazos entre músicos y fans y mucho, mucho baile. Y esa sensación indescriptible, mitad orgullo mitad agradecimiento, que se te queda en el cuerpo cuando has sabido escoger EL CONCIERTO.

Y tú, ¿donde estabas la noche del sábado?

Texto y fotos: Rosario Lopez  

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