George Benson lleva más de 50 años de carrera a sus espaldas y esto se nota. Desde el instante en el que pisó el escenario sabíamos que independientemente de los temas que interpretara, estábamos viendo a uno de los músicos con más carisma en activo y en constante reinvención.
Sólo pido una cosa de un concierto, aunque quizá esa sea la más difícil de conseguir y es la pasión. Ese instante de mágica conexión, emoción intensa, un escalofrío que recorre el cuello y te encoge el corazón. Esa pasión que sólo está al alcance de los músicos con alma. Y sin duda, Benson transpira pasión por los poros.
Con solemnidad y elegancia empezó con Nature Boy. Su virtuosismo queda patente sólo viendo la suavidad y firmeza con la que coge la guitarra, dotándola de personalidad y transfiriéndole vida propia.
Tras sus inicios en el jazz instrumental, que lo llevó a a ser uno de los mejores guitarristas que ha dado el género, decidió investigar y moverse por otros estilos como son el swing, el soul e incluso el jazz pop de corte más melódico.
Arropado por la banda que le acompaña formada por Stanley Banks (bajo), David Garfield y Thom Hall (teclados), Michael O’Neill (guitarray voz), Khari Parker (bateria) y Lilliana de los Reyes (percusión i voz), ofreció casi dos horas de recital con un repertorio prácticamente centrado en sus álbumes de más éxito comercial, como por el ejemplo el álbum Give me the night.
Así pues, el concierto combinó ambas facetas, con momentos que rozaban la epicidad, sobretodo esos en los que cogía la guitarra y nos sumía en un delicioso éxtasis instrumental. Pero también asistimos a momentos de belleza pura como cuando invitó a Liliana de los Reyes a cantar con él un dueto invitando a la audiencia a interesarse por ella y el disco que estaba preparando. A destacar el solo de guitarra que se marcó interpretando el Overjoyed de Stevie Wonder ya casi al final del concierto.
Experiencia, virtuosidad y una sonrisa para concluir una velada perfecta en Pedralbes.
CRÓNICA Y FOTOS: LULU VOODOO
