Scott Bradlee y su Post Modern Jukebox Band volvieron a Barcelona para regalarnos otra noche de buen rollo en estado puro. Desplegaron ante nuestros ojos y oídos una fiesta única en la que el pop y el rock cogieron de la mano al rythm n blues y al blues y demostraron que la buena música está por encima de géneros.
Hay pocas bandas capaces de reunir a cientos de personas en una sala y hacer que, independientemente del día que hayan tenido cada una de ellas, hasta la última persona presente quede sumergida en su aura de fiesta sin complejos. Es algo que va más allá de la predisposición a pasarlo bien de cada uno, o de los gustos musicales: tiene algo de truco de magia, algo que no sabes muy bien cómo consiguen pero cuyo resultado es palpable e innegable. Si a eso le añadimos una verdadera cercanía con su público, alcanzando una camadería sin igual a base de bromas cómplices y sin asustarse de las distancias cortas, la lista de bandas queda muy limitada. Hasta el pasado 24 de febrero se me ocurrían quizá sólo dos bandas que yo hubiera visto que cumplieran esa premisa al 100%: The Dresden Dolls y The Urban Voodoo Machine. Pero después de ese concierto en la Sala Apolo al que tuve la suerte de asistir, traído como parte del Festival Mil·leni, queda claro que Scott Bradlee & The Postmodern Jukebox merecen formar parte de ese selecto club de honor.
Empecemos por el concepto de la banda: en esta gira nos visitan, aparte del propio Scott Bradlee dirigiendo el cotarro con elegancia desde el piano: batería, contrabajo, trombón, saxofón, un bailarín de claqué (¡y qué bailarín!), un cantante masculino que también toca la armónica y es contrabajista, y tres camaleónicas vocalistas femeninas que parecían meterse en diferentes papeles para cada nueva canción que cantaban: Ariana Savalas, Morgan James y Kiah Victoria.
Toda fiesta que se precie necesita un maestro de ceremonias, y en esta ocasión no iba a ser menos: ahí estaba Mykal Kilgore, divertido showman de exultante energía y gran cantante, como demostraría durante toda la noche ya fuera haciendo coros o brillando con luz propia interpretando el Roar de Katy Perry o ese gran clásico que es Shout!.
Y es que en directo es todavía más evidente que los arreglos en clave jazz, blues o rythm n blues que Scott y los suyos hacen de hits del rock y pop de Lady Gaga, Maroon 5 o Bon Jovi le insuflan a las canciones una nueva e inesperada vida. Uno de los momentos cumbres fue, por ejemplo, la versión cabaretera del Wowanizer de Britney Spears que interpretó con un extra de picante Ariana Savalas, involucrando en el show a las primeras filas.
Una noche muy especial que seguramente será el detonante de un gran fenómeno boca-oreja: es sólo cuestión de tiempo que a base de encanto y talento esta banda se haga enormemente grande. Esperamos tenerles de nuevo por aquí bien pronto, tal y como prometieron.
FOTOS: ROSARIO LÓPEZ