[CRÓNICA + FOTOS] THE CURE EN BARCELONA: La celebración de la música

portada_2454_the-cureGran cita la que pudimos presenciar el pasado sábado en el Palau Sant Jordi. The Cure volvían a visitarnos cuatro años después de su última incursión en tierras catalanas, un Primavera Sound en que su leyenda había crecido aún un poco más. Los fans respondieron, se colgó el cartel de “entradas agotadas” hace ya meses, y para cuando Robert Smith y los suyos subieron al escenario, la pista del Sant Jordi era un mar de gente de todas las edades llevado por el delirio colectivo. Cuatro años son mucho tiempo cuando se espera algo tan bueno.

Concierto de The Cure en Barcelona

Open, de su aclamado Wish, dio el pistoletazo de salida con el sonido característico de la banda entre luces estroboscópicas sincronizadas con la música. Simon Gallup, al bajo, se paseaba por el escenario, entregado y desafiando al público, algo que haría incansablemente durante todo el concierto. La sala se vio tomada por la música con una potencia inusitada en el Palau, perfectamente sonorizada y con la voz de Robert brillando especialmente, demostrando que se encuentra en una forma vocal envidiable.

Concierto de The Cure en Barcelona

Con Kyoto Song y A Night Like This bajarían las revoluciones mientras la banda tenía los primeros gestos de complicidad espontánea con los fans entre canción y canción, como Robert encogiéndose de hombros con gesto despistado ante las llamadas de atención de unas fans, y diciéndoles que lo sentía pero no podía leer su cartel desde donde estaba.

Concierto de The Cure en Barcelona

Concierto de The Cure en Barcelona

Acostumbrados a ver grandes shows pop, el recinto contaba ayer con una escenografía bastante sobria en comparación: apenas un fondo de escenario cubierto por pantallas en que veíamos imágenes psicodélicas o de los propios músicos. Eso era lo de menos: estábamos allí todos por la música, algo que se veía reforzado por la poca presencia de móviles en alto entre la pista y gradas durante la mayoría del concierto. Y el verdadero ingrediente especial en esta receta era el carisma de Robert Smith y los suyos.

Concierto de The Cure en Barcelona

Y si estábamos allí por la música, obtuvimos lo que esperábamos y más. Como era de esperar, la primera parte del setlist abundó en himnos atemporales queridos por el público: In Between Days, Pictures of You, Charlotte Sometimes, Three Imaginary Boys, la sentida Lovesong y Just Like Heaven. También hubo espacio para el toque aflamencado de Blood en una versión mejorada a base de garra y mala baba, o para otro clásico del Wish, From the Edge of the Deep Green Sea. El final del set principal se vio marcado por una sobrecogedora interpretación de la oscurísima One Hundred Years, con la banda rodeada de imágenes de conflictos armados.

Con el público cada vez más caliente y el reloj marcando una hora y media de concierto que se nos había pasado volando, el primer bis de la noche sería rico en gemas escondidas que podían pasar por alto para quien solo conociera los éxitos. Por un un lado por fin se reivindicó Burn, infravalorado tema creado para la banda sonora de El Cuervo. Al escucharla por fin en directo por primera vez, quedó claro su potencial, esa sección rítmica inigualable y esas guitarras nos elevaron a muchos hasta llevarnos, sin escalas, a 1994. Por otro lado, el fin de ese bis corrió a cargo de A Forest, la hipnosis hecha canción con Gallup mandando al bajo y una nueva muestra de la elegancia de ese sonido tan único que poseen The Cure, llevándonos a un crescendo sin fin. Y para los que se apresuraban a decir que esta banda es un numerito de nostalgia aludiendo a que no tienen material reciente, incluso compartieron un nuevo tema, el melancólico It Can’t Never Be The Same.

Concierto de The Cure en Barcelona

Shake Dog Shake y Fascination Street redondearían el segundo bis de la noche con su potencia, mientras Wrong Number con su sonido chispeante nos regaló un momento bastante punk de Robert, vuelto hacia la batería y bailando a su característica manera dando bandazos con la guitarra.

Y aunque tuvieron nuestra atención en todo momento y llegados a este punto hasta las gradas estaban en pie, para el tramo final del concierto ya sacarían el resto de su arsenal invencible, a prueba de despistados. Enlazaron sin pudor The Lovecats con Lullaby, y en pleno clímax de la nana gótica destacó el guiño de un fan en las primeras filas subido a hombros de alguien y vestido de spiderman. La energía de Hot! Hot! Hot! nos supo a gloria, con la banda entregada como si no llevaran más de dos horas de concierto encima y a sus años; y con Friday I’m in Love no hubo nadie que se quedara sin cantar, la gran fiesta de la música. Roger O’Donell dejó a un lado el teclado para tocar la pandereta por todo el escenario en medio de la alegría de Boys Don’t Cry, y después del mini respiro de Close To Me, vuelta a la locura colectiva con Why Can’t I Be You, cierre perfecto para una noche de esas que no se olvidan.

>Concierto de The Cure en BarcelonaPuede que 2016 se haya llevado por delante a casi todos los grandes iconos musicales de las últimas décadas, pero mientras siga estando aquí Robert Smith y sus tesoros atemporales hechos canción, aún nos quedará esperanza.

Crónica y fotos: ROSARIO LÓPEZ

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