“No se qué religión es esta… pero creo en ti.” Palabras salidas de la boca de un amigo que definen muy bien lo que pudimos vivir el domingo 15 en la sala Rocksound. Ethan Miller y su banda dieron un CONCIERTAZO de hora y veinte con un repertorio de… seis temas. Lo que hace este hombre sobre el escenario y entre el público, es simplemente mágico.
El rock psicodélico es uno de los estilos que mejor se prestan a la improvisación y esto es algo que Howlin Rain domina totalmente. El señor Miller se ha rodeado de tres músicos que además de ser muy buenos, son capaces de seguirlo en esa deriva musical que fluye como el agua y entra en tus oídos provocando orgasmos de piel…, o escalofríos si prefieres, aunque orgasmo le pega más a esta banda.
Jeff McElroy, un bajista loco y saltarín, salido de algún estado sureño en plena época hippie. Personaje que se me acercó antes del bolo preguntando si iba a hacer fotos, porque “esta es muy buena banda para hacer fotos, you know?”. Encantador, de esas personas que hubieras querido en tu cuadrilla para echarte unas risas y montar una banda, por supuesto. Menos mal que su híbrido bajo-guitarra de fabricación propia, creo, lo dejó posado en el suelo cuando al final del concierto se lanzo a la pared, si, pared… no hay foto pero es verdad de la buena. Si Keith Moon se hubiera reencarnado en bajista, posiblemente sería este hombre. Cervantes, el guitarra rítmica, debía ser el primo tímido de McElroy o por lo menos del mismo pueblo y época. Hubo un par de temas en que Miller se metió a cantar entre el público sin guitarra y oye, impecable, nada mediomalo que decir, un virtuoso que sabe llevar muy bien el papel de secundario cuando le toca. Y para terminar Dick Richie… ¿sabéis esos baterías que no destacan por su técnica pero que tienen una pegada que sientes en las tripas? Pues este es uno de esos, como el gran Bonzo. Vamos, lo que necesita una buena banda de Rock, un metrónomo que sea flexible, que pueda seguir y mantener unido al conjunto en las más alocadas improvisaciones y que el sonido fluya de manera natural tal y como lo están sintiendo.
Seis temas necesitó Ethan Miller para confirmar lo que ya sospechaba antes de verlo en directo; que este sería el ¡concierto del año! O por lo menos para mi, y he visto unos cuantos este 2015. Si os soy sincero, me acuerdo solo de Self Made Man, de su tercer trabajo The Russian Wilds y es que… he escuchado tantas veces sus discos y el directo Live Rain de 2014, que no recuerdo exactamente qué temas tocó, me los se todos y yo estaba a buscar la foto guapa. Pero si recuerdo que me fui de la sala con su último disco, Mansion Songs firmado bajo el brazo y una sonrisa de oreja a oreja (y casetes, tenían los discos en cassetes!). Si tuviéramos que clasificar a Howlin posiblemente estaría entre grandes como la Creedence Clearwater Revival o los mismísimos Allman Brothers, pero sin copiar, un estilo propio y un buen hacer sobre el escenario que choca con lo poco conocidos que son en realidad.
Espero que vuelvan pronto, o por lo menos que sea cerca de donde esté mi culo en ese momento, para poder disfrutar nuevamente de esta ambrosía musical.