A veces la hiperactiva agenda de conciertos en Barcelona, con cuellos de botella impresionantes en primavera y otoño, acaba afectando a quien menos debería. Ese pareció el caso en el concierto de Algiers del pasado miércoles, que tocaron ante un Razz 2 con una entrada más bien modesta. Una pena porque la valiente propuesta del grupo es de las que nadie debería querer perderse.
En cualquier caso, los que estábamos allí tuvimos suerte: supongo que es lo bueno de bandas como Algiers, que ya para empezar al estar fuera de cualquier tipo de convencionalismo estilístico en lo musical, no deben estar tan centrados en los números como otras bandas de enfoque más comercial. Y su transgresora mezcla de post-punk, funk, psycodelia, noise, industrial y gospel arrancó en directo como una chispa, pero la cosa escaló rápidamente, y cuando nos quisimos dar cuenta Algiers habían llevado a la sala entera al punto de ebullición gracias a la volátil química entre sus elementos. Siempre da gusto ver a bandas que lo dan todo, toquen donde toquen. Ryan Mahan (bajo y sintetizadores) se marcaba bailecitos de esos que todos nos pegamos alguna vez cuando nadie nos mira, provocando constantemente al resto de la banda, Lee Tesche sacaba los sonidos más increibles de su guitarra con un arco de violin y todo tipo de gadgets con gran elegancia, Matt Tong aportaba pegada al conjunto desde el set de batería y Franklin James Fisher se revelaba ante nuestros ojos como un gran frontman a tener muy en cuenta. Fisher exprimía la interpretación física de las canciones, retorciendo los brazos y bailando casi convulsivamente en clímaxes como los de Walk Like a Panther o la casi tribal Black Eunuch. Su voz, como sus brazos, se estiraba también hasta el límite, y profunda y oscura, parecía de otro mundo. Su presencia escénica era apabullante. Con una intensa interpretación de The Underside of Power, quizá su canción más convencional, la banda dejó al público manos en alto y pidiendo más.
Si existiera algo así como la justicia en la industria musical, esta banda debería hacerse, por méritos propios, muy grande. Veremos si en próximas giras el público está preparado para llegar a tener la suficiente amplitud de miras para no fijarse en las etiquetas y experimentar esto en directo por si mismos.
