03/07/2019. Parc del Fórum, Barcelona. Festival Cruïlla. El miércoles daba su pistoletazo de salida una nueva edición del Cruïlla, festival que este año pasa a contar con cuatro jornadas y que un año más extiende su abanico estilístico para transmitir un mensaje poderoso: el de que la música es música. Con la ola de calor dando sus últimos coletazos y bajo el sol que aún reinaba en el Fórum, el público parecía desear esperanzado un soplo de aire fresco frente al escenario principal, el Estrella Damm. Por suerte, eso fue justamente lo que aportó la noruega Aurora, encargada de estrenar el mismo y la presente edición del festival.
Con tan solo veintitrés años, esta cantante, compositora y productora lleva desde 2015 enamorando a propios y extraños gracias su tesón y a su particular imaginario y presencia escénica. En Cruïlla, Aurora Aksnes hechizó con facilidad a un público muy entusiasta desde el primer momento, desgranando unas canciones, las de su último disco, A Different Kind of Human, en los que se intuye tanto la influencia de la madre naturaleza como la de otras artistas totales como Björk, Enya y Florence + The Machine. Su voz, delicada y decidida, y esa puesta en escena tan teatral como auténtica, capaz de ser ahora melancólica, ahora invocación al baile, fueron el perfecto Flautista de Hamelín mediante el cual la menuda nórdica nos llevó a donde quiso con su única mezcla de estilos. Imposible no prestarle atención, imposible no seguirla mientras saltaba y animaba al público por el escenario, mientras cantaba Churchyard y nos enseñaba cómo no tenía miedo de nada, cómo había conseguido hacerse amiga hasta de sus demonios.
