Pocas veces un día de Sant Jordi había sido tan incendiario en lo musical como el último. La [2] de Apolo recibió una buena entrada de melómanos con las prioridades claras (“¿clásico? ¿qué clásico?”) y es que The Dictators NYC volvían a estar en la ciudad y eso es sinónimo de rock and roll y diversión asegurada.
La noche empezó con Sinciders, que ofrecieron un directo contundente con gran actitud. Rock adrenalínico y una puesta en escena directa al cuello, con su cantante Sardi encendiendo al público sin aparente esfuerzo. Habrá que seguirles el rastro, ya hacía tiempo desde la última vez que un telonero rockero me impresionó tanto.
The Dictators NYC son ya viejos amigos de Barcelona y nos han visitado en muchas ocasiones, y precisamente quizá por eso es admirable cómo la autenticidad de su directo sigue manteniéndose al nivel de la primera vez. Quedan pocas bandas de rock o punk de verdad en activo, de las que se mantienen fieles a sí mismas y no se ponen al servicio de medios ni modas, y eso es precisamente lo que son ellos. Su directo, incorrompible, conserva el mismo brío y carácter juguetón propios de una banda que esté empezando y quiera comerse el mundo, hasta el punto de que quizá se nos olvide que estamos ante una formación de recorrido y calado tal que influenció a los mismísimos Ramones.
Para acabar de redondearlo está la formación de la banda, que pese a no contar con uno de sus fundadores, sigue siendo sobresaliente entre lo que denominaríamos supergrupos (con el líder carismático, Handsome Dick Manitoba, el guitarrista de Manowar, Ross The Boss, y Daniel Rey, el ex-productor de Ramones a la segunda guitarra, junto a J. P. Thunderbolt Patterson a la batería y Dean “The Dreamer” Rispler). Toda esa solera se nota, es una banda que empieza los conciertos ya muy arriba y no decae. Complicidad, reivindicaciones políticas y lemas contra trump, gamberrismo y guasas absurdas, el sabor especial que tiene esta banda en directo se nutre de muchos factores, igual que su música bebe del rock, el surf, el punk y el hard rock. En definitiva, vimos un concierto memorable, de esos en los que el público se vuelve completamente loco y no puede evitar cantar todos los himnos puño en alto, de esos en que el cantante baja al escenario y desafía a los fans, los abraza, los besa, los hace partícipes en todo momento. Who will save rock ‘n roll? The Dictators NYC!
Y aunque, como dijo Handsome Dick, puede que por temas legales la banda tenga que seguir adelante cambiando su nombre por Manitoba, la esencia y la fuerza de lo que vivimos en este peculiar día de Sant Jordi está mucho más allá de nombres. Así que corre la voz, porque la próxima vez algo así no querrá perdérselo nadie. Vengan con el nombre que vengan.
FOTOS Y TEXTO: ROSARIO LÓPEZ