El pasado 2 de mayo los barceloneses vivimos una de esas noches complicada de explicar con palabras. Oranssi Pazuzu, una de las bandas más inclasificables del momento, congregaban a un heterogéneo público en Razz 3. Amantes del rock y la psicodelia, fans del black metal o del progresivo: todos habíamos acudido dispuestos a zambullirnos en la hipnótica marea sónica de los cinco finlandeses.Los estadounidenses Cobalt fueron los encargados de descorchar la noche, y lo hicieron directos y al grano, con su más que efectiva mezcla de sludge y black metal, acompañada de una puesta en escena muy física. La banda está formada en realidad por Charlie Fell (cantante) y Erik Wunder (batería), si bien en formato gira se convierte en un cuarteto. Temas como Hunt the Buffalo demostraron en directo que el metal extremo y los toques atmosféricos no están reñidos.
Y las bondades de la fuerza bruta pasamos a los cabezas de cartel. Oranssi Pazuzu se subieron al escenario sin mediar palabra y se dedicaron, casi ensimismados al principio, a desplegar ante nosotros su perfecto akelarre musical. Nos engullían olas y olas de espirales de distorsión espacial, repeticiones taciturnas, puentes que unían temas hasta convertirlos en un flujo vivo entre la oscuridad y los colores saturados, toques de prog setentero… y cada uno de los que estábamos en el público nos íbamos separando más del resto. Separándonos hacia adentro. En directo, su ya de por sí impresionante Värähtelijä adquiere un cariz hipnótico poderoso e innegable, como si la música pudiera agarrarte por los hombros y zarandearte hasta hacerte afrontar cara a cara tus demonios interiores. Una experiencia atemorizante a veces, catalizadora otras, creativamente deliciosa que hay que vivir en primera persona para entender plenamente. Al acabar de todo, conseguir cerrar de nuevo la boca, salir de la sala y pensar: Yo estuve allí. Y si vuelven, acudiré de nuevo docilmente, convocado por estos flautistas de Hamelín del metal extremo.
FOTOS Y TEXTO: ROSARIO LÓPEZ