Katie Melua regresó a Barcelona ayer 23 de julio por la noche para ofrecernos una velada marcada por el minimalismo y la efectividad de su dulce voz, dentro de su gira, Simplified Tour.
El leitmotiv de esta gira es precisamente la sencillez de su puesta en escena. La aterciopelada voz de Katie luce sin florituras ni artificios, acompañada en algunas canciones por un batería, un bajista y teclados. En gran parte del recital pudimos disfrutar de la desnuda voz de la georgiana acompañada solamente de su guitarra.
Su fragilidad y magnética voz encandilaron al público que en primera instancia permanecía extasiado de tanta belleza y es que en la primera parte del concierto parecíamos niños escuchando atentamente el cuento de la noche y la canción de cuna sin querer cerrar los ojos en ningún momento para no perder ni una sola nota.
El concierto empezó con una hermosa versión del Diamonds are Forever, pero no fue la única que interpretó esa noche, pues le siguieron la mágica In my Secret Life de Leonard Cohen o Bridge over troubled water de Simon&Garfunkel. Katie no se limita a cantar esas canciones sino que las dota de personalidad propia y de la magia necesaria para emocionarnos. La hipnótica y personal versión de Spooky de Dusty Springfield fue uno de los momentos álgidos de la noche y sonó fresca en su suave pero intensa voz.
Katie combinó a la perfección las versiones con temas propios, centrándose mucho en melodías clásicas como la emotiva Cry of the lone Wolf, el otro gran instante de belleza absoluta de la noche, two bare feet o el primer single de la cantante The closest thing to crazy. No faltó una de sus hits más conocidos The Flood con la que se hizo más conocida o la pegadiza Tiny Alien.
Y la noche llegó a su fin y dos ramos de flores coloridas cayeron en sus brazos. Ante este detalle, Katie volvió al escenario presentando y agradeciendo a sus músicos de nuevo para culminar una velada perfecta con dos bises de regalo.
Crónica y Fotos: Lulu Voodoo