2/10/2019. L’Auditori del Forum, Barcelona. Promotora: The Project. Crónica: Mariano Antón. Fotos: Rosario López. El poder evocador de la música difiere del de la literatura en que esta última se vale de toda su capacidad narrativa y figuras retóricas para crear mundos misteriosos y poderosas imágenes en nuestra mente, mientras que la música, de igual forma que los aromas, se vale de las sensaciones que provoca. Es esta forma de evocación, no obstante, muy eficaz, ya que rápidamente nos puede transportar a nuestra infancia o a cualquier pasaje intenso de nuestra vida a través de la simple escucha del inicio de una melodía. Las composiciones de Yann Tiersen son en este aspecto especialmente evocadoras, bien sea por tratarse de piezas que están instaladas en nuestra memoria o por su capacidad generar familiaridad con las más recientes, que de inmediato hacemos nuestras.
El nuevo proyecto de Tiersen ALL (Mute, 2019) es una expresión de la conexión entre el hombre y la Naturaleza, y cual debería ser nuestro lugar en ella. Cantado en su mayoría en bretón, cuenta además con la colaboración especial del miembro del grupo con la posición más privilegiada durante el concierto, la grabadora magnetofónica Alex; Tiersen se dedicó durante la elaboración del disco a grabar sonidos ambientales que después reproduce durante la interpretación de sus canciones. Sobre este disco versó la mayor parte del repertorio de la noche, y previo a la salida del músico al escenario, sonó la grabación de un cuento celta-bretón … “Sólo la montaña ha vivido lo suficiente como para conocer objetivamente el aullido del lobo”.
En cualquier caso, los primeros temas del concierto se desarrollaron con Yann Tiersen en solitario al piano explorando su faceta de compositor minimalista que le acerca músicos como Michael Nyman, Wim Mertens o Philip Glass, fase en la que sonaron Naval y Dispute (iniciada con ese curioso instrumento que es la melódica, que por mucho que mi madre escondiese siempre conseguí encontrar). A partir del cuarto tema entró la banda, a excepción de Alex que ya se encontraba en el escenario, y comenzó un suave deambular por todos los instrumentos, del piano al clavicordio y de éste al piano de juguete; la delicadeza con la que Yann sujetaba el martillo usado para percutir las tubular bells contrastaba con la energía expuesta al violín. Entre las interpretaciones de Koad y Prad, hubo un momento para Comptine d’Un Autre Été de la banda sonora de Amélie, complaciente con el público por su presencia en el setlist, pero suficientemente cambiada al clavicordio para hacer de ella algo más que el hit ineludible.
En alguna ocasión se ha acusado a ciertos artistas (véase Sebastião Salgado o Isabel Muñoz) de tratar temáticas delicadas a través de la belleza de sus obras; “¿Cómo puedes abordar algo tan terrible con una estética tan bella?” Yann Tiersen en su última propuesta no está tanto en la denuncia como en la toma de conciencia, en examinar nuestra relación con la Naturaleza y modificar nuestro comportamiento. Que lo haga mediante el uso de unas composiciones tan bellas no le quita un ápice de relevancia al discurso, al menos desde el subjetivo punto de vista del que esto escribe, y a cambio se plasma en un espectáculo musical de gran valor.
Como teloneros pudimos disfrutar de uno de los descubrimientos de la temporada, el dúo electrónico Geysir presentando su primer LP MALSAMAJ. Loops de guitarra, teclados, los coros entrelazados de Lionel Laquerrière y Marie-Céline Leguy y cierto espíritu post-punk en las líneas de bajo, sonando como si Air y Human Tetris se hubieran juntado en un garaje hermético.