Liam Gallagher y sus Beady Eye llegaban ayer a la sala Razzmatazz en Barcelona dispuestos a presentar su nuevo disco, Be, con el que parecen haberse consolidado como una propuesta propia a pesar de la siempre presente y alargada sombra de Oasis. Los barcelones Stay fueron la banda invitada escogida y fue una decisión totalmente lógica, ya que su sonido bebe claramente del sonido Manchester con reminiscencias a los propios Oasis. Incluso el propio Liam estuvo en un lateral del escenario, sin quitarles ojo, durante parte de la actuación.
Las luces se encienden, el público estalla en gritos de expectación, la banda sale al escenario y delante de proyecciones de imágenes en blanco y negro empieza a sonar Flick of the Finger. Liam se acerca al borde del escenario a saludar al público brazos en alto para luego pasar a ensayar su mejor pose gélida, con las manos en la espalda como siempre y la mirada impasible frente al micro. Pose y actitud que ya apenas cambiaría durante la noche: pocas veces se dirigió al público, y cuando lo hizo por primera vez, sobre el sexto corte del concierto, fue para hablar (cómo no) de fútbol: A ver qué hace el Barça con el Manchester City…
A la primera canción le siguió la animada Face the Crowd, que demostró sobradamente su potencial en directo: la banda sonaba grande, Gem Archer estaba sembrado a sus cinco cuerdas, y el público se animó definitivamente, con las primeras palmas de la noche. Para rematar la triada inicial, sacaron a relucir la canalla Four Letter Word entre proyecciones psicodélicas. Hubiera sido una triada inicial perfecta si no fuera por el obvio rebote que Liam parecía llevar con su técnico de sonido, al que le dedicaba gestos nada disimulados mientras cantaba para que arreglara el desaguisado (desaguisado por cierto que desde el público no llegamos a notar). Por suerte la situación no duró más allá de esas tres primeras canciones.
El problema de empezar tan fuerte es que luego tienes que saber mantener el listón o al menos sorprender, y la tónica del concierto cambió drásticamente a partir de entonces: el ritmo decayó un poco cuando enlazaron hasta cuatro medios tiempos seguidos. La banda y Noel pueden ejecutar las canciones a la perfección, pero si no son muy diferentes entre ellas a nivel vocal y rítmico y los músicos sobre el escenario adoptan una actitud fría y poco involucrada con su propia música, la cosa se acaba estancando. Aún así Shine a Light hizo que la cosa remontara. En plena mitad del setlist y como timonazo definitivo cayó la casi obligatoria visita a Oasis, en forma de su gran hit Wonderwall, y la sala se convirtió en un mar de móviles en alto y voces coreando cada palabra. Para nuestra sorpresa, sólo caería una versión más de Oasis, más hacia el final del concierto, la siempre efectiva Cigarretes & Alcohol, uno de los mejores momentos de la noche. Una pena teniendo en cuenta que por otro lado sí que ofrecieron una inesperada cover de Give Me Shelter de los Rolling en el bis final, después de que Liam se diera un baño de multitudes bajando al foso a dar la mano a las primeras filas.
En definitiva, a nivel de sonido fue un concierto algo irregular que aún así pareció dejar satisfechos a los fans del grupo. Tuvo sus momentos resultones, como los ya mencionados o la balada Start Anew, pero que nos supo a poco a los que esperaban otros temas de Oasis ahora que la banda ha hecho las paces con su pasado, y que general pecó de falta de ritmo. Y aunque las canciones propias de Beady Eye ganan en directo, no puedo dejar de preguntarme cómo hubiera podido ser el concierto si Liam le echara un poco más de ganas a nivel escénico, o si fuera un poco menos malencarado. Aunque como dicen los seguidores acérrimos del cantante: es Liam Gallagher, ya sabías a lo que venías.
Crónica y fotos: Rosario López.