Viernes 11/10/2019. Amfest 2019, Fabra i Coats, Barcelona. Falç de Metzinera – Portrayal of Guilt –Tides from Nebula – Brutus – Deafheaven – Touché Amoré – Bo Ningen Organiza: Aloud Music. Fotos: Rosario López. Texto: Rosario López y Oscar Caselles. La segunda jornada del Amfest 2019, fue, probablemente, la más variada. Sigue hacia abajo para ver la crónica y galerías completas por orden cronológico, o haz click grupo por grupo arriba para ir a la crónica y galería específicas.
La tarde empezó para nosotros con aires místicos gracias al inspirador directo del trío barcelonés Falç de Metzinera. Dos músicos y una bailarina: Martha Wood al bajo, Claudia Haze a la batería y ambas a la flauta travesera, y Anna de Mas entregando una hipnótica actuación de tribal fussion que dotaba a todo cuanto oíamos de una nueva dimensión. Una sorprendente combinación entre poesía recitada en catalán y castellano, leyendas de brujas, dark folk, stoner y metal que consiguió hacerse con nuestra atención en seguida. Aunque fue precisamente en los pasajes en que el sonido viraba hacia un doom oscuro y pesado cuando esa mezcla de danza, ritual y música alcanzó su punto álgido.
Como oda a los contrastes extremos, Portrayal of Guilt fueron la siguiente banda a la que vimos, en este caso en el escenario 2. Se autodenominan banda de hardcore, pero dentro del género su screamo es el más oscuro posible, con influencias del metal más extremo. Estoicos y sin apenas abrirse al público, lo suyo fue una descarga de mala leche como pocas, pero sin apenas moverse del sitio. Cero puesta en escena, que canciones como Humanity is Frail ya lo hacían todo por sí mismas. Parece increible que tres personas liaran la que liaron.
Nos estrenamos en el escenario 1, el principal, con los polacos Tides From Nebula. Hace ya unos años que no les veía (la última vez fue en un concierto épico como pocos en la Rocksound; no estuvimos en su última visita a Sidecar, ya en formato trío). En este tiempo la banda ha pasado por cambios de formación, forzados por problemas de salud, y estilísticos. Después de haberles vistos numerosas veces durante su carrera, nos duele bastante tener que admitirlo, pero con los años su propuesta ha perdido la contundencia y la sangre caliente que les caracterizaba en directo en pos de un viraje electrónico y una pose tibia que no acaba de calarnos, por mucho que el conjunto se entregara envuelto en efectistas juegos de luces. Sus nuevos temas, con aires de space rock y sintetizadores, pierden sus características guitarras y se parecen demasiado unos a otros: son agradables, pero no transmiten igual. Ni siquiera la final Tragedy of Joseph Merrick, buque insignia de la banda, de su álbum debut, nos arrancó las emociones a las que nos tenía acostumbrados. A veces, todo suena bien pero falta el alma. Una pena.
Aquí la cosa empezó a ponerse ya muy seria: llegó el turno de los belgas Brutus. Tras arrasar a su paso por el Download Madrid este mismo verano, tocaba verles en una distancia mucho más corta. La expectación del público era evidente: fuimos muchos los que esperamos para coger sitio mucho antes de que empezaran. La banda, quizá conscientes de la clara ascensión en la que se encuentran, se entregaron con ganas a ese clima favorable, dando un concierto divertido y contundente a la vez. Su disco debut son todo hits y por suerte brillaron algunos, los que se sucedieron en la parte central del concierto: Horde II, Drive, Justice de Julia II y Baby Seal. Por otro lado, funcionaron todavía mejor cortes como War o Cemetery, de su último trabajo, Nest. Este grupo suena más crudo e intenso en directo de lo que cabía esperar en disco, y es admirable la capacidad de Stefanie Mannaerts para clavar esos pasajes vocales tan melódicos mientras aporrea sin piedad su caja y timbales. Buen rollo y buena química entre los tres. Frescos, diferentes y muy grandes, y el público más contento que unas castañuelas.
Había muchas ganas de volver a ver a Deafheaven de nuevo en Barcelona después de la presentación de New Bermuda, hace tres años en La [2] de Apolo. Después de la edición de un nuevo discazo, Ordinary Corrupt Human Love, y su gran actuación en Download Festival 2017, la expectación había alcanzado cotas máximas. En el Amfest la banda salió con el cuchillo en la boca, dispuestos a demostrar el nivelazo que tienen en directo a día de hoy. Su cantante, George Clarke, dominó las reacciones del público a su antojo, desafiando y confortando a partes iguales con el black metal más melodioso y esperanzador que hemos visto nunca.
El guitarra, Kerry MacCoy, se ha soltado muchísimo en las recientes giras, y le vimos interactuar más que nunca con sus compañeros, algo impensable hace años, cuando no levantaba la vista más allá del borde del escenario. También vimos totalmente integrado a su nuevo bajista, Chris Johnson, y si alguien tuvo dudas sobre el periodo más oscuro de la historia de la banda (el que siguió a Sunbather) su concierto en Amfest ratificó que ya no queda ni rastro de la misma.
Todo el concierto tuvo un punto de triunfo físico: aunque el calor fue la única constante molestia durante todo el festival, tanto George como Daniel Tracy, batería, se mostraron pletóricos y sin bajar el listón en ningún momento. Nos lo dieron todo y más, desde la abrasiva Black Brick, encargada de abrir la veda, hasta Dream House, con la que cerraron el show entre juegos de contrastes y con los sentimientos más a flor de piel que nunca. Fue esta su única referencia a Sunbather, el disco a través del cual tantos les conocieron, pero es que su material más reciente no tiene mucho que envidiarle: Canary Yellow, con sus coros luminosos, se consolidó como himno incontestable, llegando hasta al último rincón de la Fabra i Coats, al igual que Honeycomb, cuando en pleno remanso espacioso tras la agresividad inicial, George sentenció: I’m reluctant to stay sad. Nosotros, después de ver conciertos tan poderosos como este, tampoco podemos quedarnos tristes. Qué menos.
Para el público más emo-hardcore, en cambio, el plato fuerte de la noche eran Touché Amoré, que venían al festival como parte de su gira conjunta con Deafheaven. Los californianos celebran en 2019 el décimo aniversario de su disco debut, To the Beat of a Dead Horse, y han aprovechado para volver a grabarlo, renombrando a la nueva versión como Dead Horse X. Para hacer honor a la ocasión, la parte troncal del concierto consistió en tocar el disco entero, de principio a fin, y el público estuvo completamente a bordo con la idea desde el primer momento, gritando cada palabra de las letras. En el tramo final del concierto se sacaron al ring temas más contemporáneos, como Rapture, Pathfinder o Deflector.
Fue un dulce caos: en la segunda canción Jeremy Bolm ya estaba haciendo crowdsurfing entre las primeras filas, y esa entrega no decayó en ningún momento, con la banda en perfecta comunión con un público, que la verdad, se volvió muy loco. Aunque quizá demasiado: un amable recordatorio si lees esto y te das por aludido, se puede ser muy hardcore-punk sin necesidad de hacer daño a nadie.
Tras el doble clímax de la noche, el cuarteto japonés Bo Ningen tenían un reto importante delante, pero poco les importaba. Suene lo que suene antes, ellos juegan a otra cosa, y hace años que quemaron el papel con las reglas a seguir, si es que alguna vez las hubo. Su concierto fue todo lo que esperábamos de ellos: raro en mayúsculas, alocado, pero con la virtuosidad como colchón debajo del caos. Moviéndose como dibujos animados, con movimientos líquidos que el escenario no conseguía contener, y sonando como visitantes marcianos, Daikaisei Part 1 fue solo el inicio de una fiesta psicodélica en la que el público se encendió al son de canciones intarareables. Broche final a una jornada inolvidable, con uno de los mejores carteles que le recordamos al Amfest. Gracias por hacerlo posible.