02/11/2018. Sala VOL, Barcelona. Promotora: Madness! Live Prods. Texto y fotos: Rosario López. Noche de sonidos densos y casi apocalípticos la que nos brindó la siempre certera gente de Madness! Live Prods en la recién bautizada Sala VOL barcelonesa (antes Be Good).
Abrió el misterioso dúo local Nigra Sum, quienes distaron mucho de ser una banda invitada al uso. Ataviados con impenetrables cascos en forma de huevo nos envolvieron, totalmente estáticos, en un manto de sonidos que iban del new age al doom y que tienen como hilo conductor la adoración a la virgen de Montserrat. Presentaban su disco debut De pedra d’ull de serp del cor de la muntanya.
Los franceses Celeste tampoco son una banda que vaya a dejar indiferente a nadie, en parte porque cuidan mucho el ambiente en el que te sumerjen en sus directos, empezando por la oscuridad estética con la que acompañan a su ya de por sí tenebrosa obra.
Sus composiciones están empapadas conceptualmente de nihilismo y misantropía, y su aparentemente sencilla puesta en escena acompaña a ese poso filosófico a la perfección: cuatro haces de luz roja rasgando la negrura de la sala fue lo que vimos la mayor parte del tiempo durante su paquidérmica descarga sónica. Presentaban su último trabajo, Infidèle(s), el que probablemente sea su mejor y más ambicioso disco hasta la fecha, y el setlist estuvo casi monopolizado por los cortes más llamativos de este: Cette Chute Brutale, Comme Des Amants en Reflet, Tes Amours Noirs Illusoirs, À la Gloire du Néant… Composiciones brutales, densas, haciendo retozar al black metal con otros géneros como el sludge en medio de una ejecución tan agresiva como milimétrica. Antoine Royer a la batería era particularmente espectacular, sonriendo metido en los temas mientras tocaba más y más rápido, te hacía fijarte para comprobar si tenía más de dos pies.
Los franceses suenan de lujo y lo saben, tocando con un desgarro que a veces podía resultar casi insultante, pero el público se metió en su espiral de rabia haciendo headbanging y dejando la mente en blanco, dejándose invadir, abandonándose a los decibelios que nos embestían con violencia inusitada. Al querer acabar el concierto la banda, enarbolando sus guitarras y bajos en alto, el público pidió más, y al no tener más temas preparados, repitieron uno de los que ya habían tocado esta misma noche. No pareció importarle a nadie el repetir, y es que con Celeste la clave no son las composiciones, sino lo que te evocan, el viaje hacia adentro que te pegas escuchándolas: más que un setlist lo de Celeste en la VOL fue toda una experiencia envolvente, un estado de ánimo en su forma más pura.
