El BAM 2019 ha llenado un año más las calles de Barcelona con conciertos gratuitos de propuestas frescas y mucho talento, abarcando una gran variedad de géneros y bandas tanto locales como internacionales. El domingo 22 estuvimos disfrutando de dos propuestas tan diferentes como atractivas: Pinpilinpussies en la Plaça Joan Coromines y María José Llergo en la Plaça dels Àngels.
El nombre de Pinpilinpussies puede sonarte o no, pero no será que no has tenido oportunidades de escucharlas ya: llevan más de treinta conciertos a sus espaldas por multitud de salas, tanto en Barcelona como en otros sitios de Catalunya y Euskadi. En el BAM tocaron sustituyendo a las garageras alemanas Gurr, que habían tenido que cancelar, y decir que aprovecharon la ocasión sería quedarse muy corto. El duo barcelonés salió enchufadísimo y dispuesto a subir la música hasta el 11 y descubrirnos por qué Aloud Music se enorgullece de contarlas en sus filas de cara a su próximo disco, Fuerza 3. y Su actuación en el festival fue la plataforma perfecta con la que llevar a todavía más gente y crear una buena oleada de merecido boca-oreja: lo hicieron gracias a su desenfadado sonido que bebe del noise, con un pelín de Sonic Youth por aquí, otro tanto de Courtney Barnett por allá, y reminiscencias a las Sleater-Kinney, todo en pos del pasarlo bien y con cero pretensiones. En un momento invitaban al pogo, el siguiente se cambiaban los instrumentos, y todo el tiempo hacían gala de una química inmejorable. Presencia, diversión, y actitud riot grrrl por doquier. Así sí.
Cambio de tercio total para pasar a ver a la cordobesa María José Llergo. Su nombre llevaba meses sonando fuerte en círculos selectos de la crítica musical y carteles varios con pedigree (hola, Primavera Sound), y fue verla y entenderlo todo. María José se formó en Barcelona y anunció que para ella tocar en el festival era su manera de devolver a la ciudad lo que la ciudad le había dado durante años. Sus canciones mezclan el cante hondo con estilos como el jazz, sin artificios ni actitudes grandilocuentes, y bastaron La niña de las dunas y Canción de Soldados para darnos la certeza de que estábamos presenciando algo muy especial. El cielo sobre la Plaça dels Àngels se acabaría revelando en tormenta hacia el final de su set, obligando a que éste se acortara, pero para entonces ya estábamos todos bajo su influjo. Hasta la próxima, María José.