MONO en Barcelona: ceremonia de kintsugi

03-09-2022. MONO + A.A. Williams + Ulmus. La 2 de Apolo. Promotora: Madness Live. Crónica y fotos: Rosario López. Los japoneses MONO, pesos pesados del post-rock, abrieron la reentré de la temporada de conciertos en Barcelona el sábado en La 2 de Apolo, inaugurando también una nueva gira estatal que les llevará a Murcia, Sevilla y Madrid en los próximos días. Con toda la expectación en el ambiente que se puede esperar de un concierto que se tuvo que ir posponiendo a lo largo de la pandemia, la banda supo igualar la energía del público con una actuación verdaderamente memorable.
Dieron comienzo a la noche la banda local Ulmus, proyecto personal de Xavi Forné y que lleva al directo junto a Eugeni Pulido (guitarra) y Elias Egido (contrabajo). Se trata de canciones compuestas como terapia durante un episodio de agorafobia que sufrió Xavi hace años y que se han ido publicando en EPs, sin duda el proyecto musical más personal de Xavi. Entre melodías delicadas de dark folk se percibía el potencial de una gran actuación ya en el primer tema, si bien en el segundo sufrieron problemas de sonido con la mesa de sonido de la sala que hizo que tuvieran que adaptarse y tocar mayoritariamente en acústico. Aún así, dejaron buenas sensaciones y fueron una muy buena propuesta para empezar la velada, mi interpretación favorita la de Freyja.

Los siguientes en abordar el escenario fueron la cantautora londinense A.A. Williams y su banda, que parecían aportar su propia ración de fans al público de hoy. Su actuación confirmó y superó todas las buenas sensaciones que nos había dado su album debut, Forever Blue. Envueltos en humo, vestidos de negro y convertidos en meros claroscuros, como haciendo conscientemente que solo la música fuera protagonista, me impresionó cómo todos sus temas redoblablan el poso de oscuridad en directo. Melt y For Nothing mantuvieron al público en un puño, ambas demostraciones encomiables de cómo se puede hacer música con reminiscencias metal desde una voz angelical y arreglos no propios del género. Incontestables. Nos dejaron con muchas ganas de repetir en su próxima visita a la ciudad, en nuestro querido AMFest.

Ver a MONO es siempre una experiencia especial, algo más parecido a un ritual común, extrañamente sanador, que a un concierto. Quizá sabedores del listón tan alto que ellos mismos han establecido con cada visita a nuestra ciudad en todos estos años, el cuarteto empezó arriba del todo: con una Riptide poderosísima que, entre explosiones de luz y sonido, parecía condensar la rabia de todo lo que se nos ha negado en materia conciertos en estos dos años y que noqueó hasta a los del fondo de la sala. Para cuando acabaron sus estallidos de guitarras la sala ya estaba sumida en el silencio solemne que merecen las grandes ocasiones, un hechizo que duraría toda la noche. 

Había que recuperar el tiempo perdido, así que siguieron desgranando canciones de sus dos últimos discos, (Pilgrimage of the Soul y Nowhere Now Here): todo un remanso de sensibilidad el que nos brindaron Imperfect Things, Nowhere, Now Here, Innocence y Sorrow. Para mi destacó sobretodo esta último, con un crescendo final digno de un episodio de vello de punta colectivo.

Todavía nos aguardaban grandes momentos por vivir: la indiscutible épica con Halycon (Beautiful Days), las guitarras que nos elevaron con Ashes in the Snow. De ese tramo antes del bis me quedo con Tamaki (bajo) ondeando todo su cuerpo tras el bajo y con Taka blandiendo su guitarra y llegando a tocarla con los dientes en la tormenta sónica final.

Finalmente, A.A.Williams apareció para poner voces y piano en la eterea Exit In Darkness: me sentí muy afortunada de presenciar un cruce de talentos tan rarísimo de ver, que solo podremos disfrutar en esta gira. Inolvidable. 

En la cultura japonesa existe el arte del kintsugi, que consiste en reparar objetos de cerámica rotos juntando de nuevo los pedazos con resina mezclada con polvo de oro. Mientras escuchaba a MONO esta noche llevar a cabo su magia, me venía a la cabeza una y otra vez ese arte milenario, que demuestra orgullo por las cicatrices que nos deja la vida, por la capacidad de recomponernos tras el trauma. Porque qué es la música de MONO sino un reconocimiento del haber estado roto, de decidir seguir adelante honrando las grietas por lo vivido. Mientras con el tema final, Com? la avalancha endiablada de decibelios y distorsión noise hacía temblar el suelo y nuestros pechos, nos dejamos romper una vez más para que este ciclo de dolor y belleza nunca se acabe.

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