[CRÓNICA + FOTOS] TY SEGALL: Desmadre rockero en la Apolo

FS_Ty Segall_3515Si el pitido en los oídos, la afonía, el sudor y los moratones son buenos indicadores para medir la épica de un concierto de rock, que vayan preparando el diploma cum laude para el de Ty Segall ayer en Barcelona. Pero empecemos por el comienzo: con crítica y público aún revolucionados por el impacto que ha causado su último disco, Manipulator, decir que ayer había expectación por ver al de San Francisco en Barcelona, sería quedarse bastante corto.

El ambiente que se respiraba desde el comienzo en la Sala Apolo, muy llena, era el de las grandes ocasiones: expectativas que podrían haber jugado en contra de la percepción de los conciertos en sí, pero que afortunadamente se vieron confirmadas por la gran noche de rock que seguiría a continuación.

JC Satan en Barcelona

Abrieron la cita un grupo que era nuevo para muchos de nosotros, JC Satan. Garage rock desenfrenado con mordida y ramalazos de psicodelia, murallas de sonido heredadas del noise noventero y una puesta en escena gamberra y ardiente. Todo ello guiñando un ojo a los grupos de riot girrrls gracias a la entrega de su cantante, Paula, que cantó y gritó tirándose por el suelo con la naturalidad con que lo hacían las agueridas pioneras de los 90. Canciones como Crystal Snake o Faraway Land son en directo material altamente inflamable, que se queda grabado en tu cabeza y en tus pies. Ojalá vuelvan estos franceses, como cabezas de cartel, pronto.

JC Satan en Barcelona

Ty Segall en Barcelona

Llegó el momento de Ty y antes de que nos diéramos cuenta ahí estaba, poniendo su pedalera a punto él mismo para dar comienzo a la ceremonia. Vestido como iba con un mono setentero, y viendo sus facciones aniñadas de cerca, era difícil no pensar en una especie de Daniel el Travieso versión glam psicodélica.

Ty Segall en Barcelona

Ty Segall en Barcelona

La noche empezó con una descarga on the rocks de canciones de Manipulator, empezando por la canción que da nombre al disco, con su onda vintage en homenaje a Brian Wilson y con el tío extraño del sombrero de vaquero que había presentado a la banda ocupándose de los teclados. La gente bailaba pero aún bastante controlada, hasta que llegó Feel, deliciosamente acelerada, y con el rugido salvaje de las guitarras y con llegó el desfase colectivo.

Ty Segall en Barcelona

Ese fue el pistoletazo de salida a la lluvia de stagedivers y crowdsurfers, que serían tan protagonistas de la noche como la música: a partir de ese momento el público del concierto sería una marea de mosh sobre la que volaban unos y otros, un laberinto sudoroso de brazos, piernas y caras sonrientes. Hasta una muleta en alto se alzó, desafiante, en los momentos de mayor intensidad sonora. También salió el del sombrero de vaquero, esta vez ataviado con una máscara de Batman, para regalarnos el stagediving más largo y cachondo de la noche para delirio generalizado. Estaba claro que la propia banda habían venido a jugar, y el propio Ty no fue menos, claro, dos veces se abandonó al abrazo de su público, que le meció con mimo a través de la sala. El primero, al son de Susie Thumb, fue particularmente memorable. Nunca habíamos visto volar a tanta gente sin altercados ni malos rollos, era como si el espíritu de los 90 hubiera poseído a la sala y a todos los presentes.

Ty Segall en Barcelona

Ty Segall en Barcelona

La banda mientras hacía sobre las tablas lo que mejor sabe hacer: regalarnos su extraño caos ordenado que se te lleva por delante. Una maquinaria musical en que los engranajes puede que funcionen de una manera diferente al resto, pero en la que precisamente por eso todo suena más fluido de lo normal. Una mezcla bastarda de rock, glam, psicodelia y hasta grunge que a pesar de tener claros referentes suena verdaderamente auténtica en directo. Unas canciones se fundían con las otras, casi sin pausa, y en un bucle eterno en que el grupo se contagiaba de la energía del público, que a su vez se había contagiado por el buen rollo y la energía del grupo, las canciones sonaban cada vez más rápidas y más rockeras que en los discos, llevando al concierto a un nivel superior del que los que le veíamos por primera vez esperábamos. Brazos en alto, gritos, y la mejor atmósfera que he vivido en un concierto en años. Los temas más urgentes, como The Crawler o You’re The Doctor, iban a cien por hora y a juzgar por las revoluciones, cualquiera diría que las tablas del Apolo iban a salir ardiendo de un momento a otro mientras Ty se retorcía, enarbolando su guitarra. La descarga rock de Slaughterhouse y I Bought My Eyes fueron dos de los momentos álgidos de la noche, y que dieron el paso al bis que culminaría la noche con Girlfriend.

Ty Segall en Barcelona

Ty Segall en Barcelona

En definitiva, una noche casi perfecta, y digo casi porque, que me perdonen los fans de Emily Rose Epstein, pero una no puede preguntarse a qué nuevas alturas sería capaz de llegar esta banda si tuvieran un baterista con más técnica y sobretodo, con más empuje, que la que tienen.

En cualquier caso, qué más da, no todas las noches te puedes ir a la cama con la sensación de que digan lo que digan, el rock ‘n roll sigue vivo, y la certeza de que dentro de unos años recordaremos todos esta noche con un cariño increíble.

CRÓNICA Y FOTOS: ROSARIO LÓPEZ

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