Viernes noche. Chrysta, felina y cautivadora, se desliza por la 2 del apolo y se dirige a su camerino. Sonríe tímidamente pero con seguridad a los que ya la esperábamos en la sala. Y es que la Bell es mucha Bell.
No puedes apartar la mirada. Te atrapa con su sensualidad inquietante tan propia de Lynch y te traslada a un mundo onírico lleno de referencias cinematográficas y universos interiores de extrema riqueza emocional donde la dualidad es la protagonista. Donde confluyen las luces y las sombras. La cordura y la locura. La inestable estabilidad. El bien y el mal.
Las luces se apagan y la voz de Lynch junto con una proyección con su imagen entrelazada con el nombre de Chrysta, marca el inicio de nuestro viaje por las carreteras secundarias de nuestro ser. Un camino que apela a nuestro imaginario personal y con múltiples interpretaciones.
Y aparece ella. La musa que con aterciopelada voz nos acompaña y con la que recorremos el motel destartalado de nuestra alma. Entre susurros y suspiros, con vestido negro con transparencias, un cinturón de pedrería que ciñe su esbelta figura, unos guantes rojos y una mirada hipnótica con la que posee toda la sala en menos de un suspiro. This Train es la perfecta banda sonora para este trayecto nocturno. Chrysta se contonea, se deja llevar y se pierde en la oscuridad solo iluminada por los faros de un coche. Su soberbio repertorio musical va acompañado impecablemente de unas visuales que completan la ensoñación y nos convierten en presos de una atmósfera de sórdida elegancia, malsano romanticismo y siniestra sexualidad.
Sorprendidos advertimos que acabamos de empezar a escribir nuestra propia película de Lynch y que Chrysta nos guía en ese proceso. La señorita Bell, maestra de ceremonias repasó el álbum y no faltaron piezas como Real Love, Angel Star o This Train. Dulcemente interpretó All The Things, una de sus favoritas compuesta mano a mano con el director.
Demostró devoción por el señor Lynch con instantes que nos remitían a escenas de Twin Peaks, Lost Highway o Mullholland Drive. A destacar la bellísima interpretación del Do You Love Me de Nick Cave que interpretó con una seductora mirada pícara dedicada a todos los presentes, que se deshacían al notar los ojos de Chrysta posados sobre ellos y susurraban para sus adentros que la querían y veneraban.
Pero el instante más memorable del concierto fue el de Swing with Me, con la señorita Bell desatada y seductora danzando al son de la música y con el infierno de fondo. Fuego, camina conmigo.
Foto y texto: Lulu Voodoo
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