[CRÓNICA + FOTOS] El ritual hipnótico de The Black Angels seduce a Barcelona

01/09/2018, Sala Apolo, Barcelona. Promotora: Primavera Sound. Fotos: Rosario López. Crónica: Óscar Caselles.

The Black Angels estuvieron de vuelta por Barcelona después de su anterior visita al Primavera Sound del año pasado. La banda de Austin que sigue con la gira presentación de su último trabajo titulado Death Song eligieron la siempre perfecta Sala Apolo para brindarnos su descarga de rock psicodélico garajero con una sala bastante llena.

La noche comenzó con la energía e intensidad de los locales Medalla, banda formada por ex componentes de bandas como The Saurs, The Zephyr Bones, Rapaza o The Stagpies y fichada recientemente para El Segell del Primavera.

Presentaron su disco Emblema y Poder y por lo que pudimos presenciar su directo no deja indiferente. Su fusión personal de estilos como el krautrock, garaje, punk e indie se mezclan en un artefacto musical bailable y contundente a partes iguales.

Y llegó la hora de los texanos, que contaban con una gran pantalla de proyecciones que ocupaba todo el fondo del escenario y que sería uno de los protagonistas del concierto. Una imagen fija en ella amenizó la espera hasta la salida de Kyle Hunt, Stephanie Bailey, Christian Bland, Alex Maas y Nate Ryan.

Comenzaron fuerte, con Alex Maas tirándose al suelo a la tercera canción, engullido entre proyecciones fucsia y lima y poseído por sus maracas. A partir de ese momento la banda adoptó una postura más sobria y cedió casi todo el protagonismo a las proyecciones cortesía de Mustachio Light Show. La energía y contundencia de Stephanie a la batería, la verdadera alma del grupo para nosotros, consiguió llevarse el resto del protagonismo.

 

Repasaron su último disco y algunos anteriores haciendo las delicias de sus fans desgranado temas como Bad Vibrations Currency, Better Of Alone, I Dreamt, Medicine o The Return.

La banda acostumbra a intercambiarse algunos instrumentos durante el concierto, siendo el bajo el que pasa por más manos y Kyle Hunt el más activo con el intercambio de papeles. La hora y media aproximada de su actuación se puede valorar como un viaje psicodélico que tiene sentido en su globalidad más que por hits sueltos. En conciertos como este no se enloquece ante un estribillo o riff en concreto, sino ante la meticulosa manera en que la banda se las apaña para subir un grado de temperatura con cada canción, de manera casi imperceptible, hasta hacernos delirar y sudar.

Con la sobriedad escénica general característica de todo el concierto hicieron un leve bis hacia el final para rematar con tres últimas canciones: Science Killer, Bloodhounds on My Trail y Young Mean Dead.

 

Dentro de la oleada de bandas psicodélicas que nos visitan desde hace unos años, sin duda son una de las más punteras en su estilo y cuando vuelvan a visitarnos en un futuro volverán a llenar la sala de nuevo.

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