La primera jornada de la sexta edición del Amfest arrancaba con el gran resident de cada año: los abrazos constantes en el público y esa sensación fantástica de sentirse en familia, bien porque una vez más conoces a media sala, bien porque sabes que llegarás al final del festival haciéndolo.
Con La [2] de Apolo recién reformada y la iluminación manejada con mano diestra por un gran técnico de luces traído especialmente para la ocasión, empezó la velada. El pistoletazo de salida lo dieron en este caso Degraey, banda local que se mostró entusiasmada de tener la oportunidad de abrir el festival. Cuenta con miembros de otras bandas como Carontte y Boreals en sus filas y esas tablas se notan en la manera en que se manejan ante el público y en la puesta en escena, que al principio puede parecer que peca de efectista pero que al final vence posibles reticencias. Presentaban su disco debut, Chrysalis, y fue un buen bolo: quizá los puntuales pasajes “cantados” en algún tema hacían que el conjunto perdiera algo de fuerza, pero todo se les perdona cuando dan el giro de tuerca final a sus temas haciendo que estos viren hacia el postmetal más abrasivo. En ese sentido la sombra de Carontte es alargada, y que te recuerden a ellos es casi inevitable a nivel compositivo, pero es un factor que al final parece jugar a favor de la banda. Ese lado contundente, esa pulsión de fuerza bruta si se la quiere llamar así, Degraey la tienen muy por la mano, el don de dar espectáculo también, y el público se dejó llevar por la propuesta.
La siguiente banda también es una vieja conocida de la ciudad condal, si bien de otra manera: los australianos sleepmakeswaves ya nos habían visitado en ocasiones anteriores y los que les vimos entonces ya teníamos claro que iban a dar candela de la buena. Su rock muscular a la par que espacial no defraudó, y desplegaron ante nosotros el que quizá fue su concierto con mayor carga teatral hasta la fecha por estos lares. Era la primera visita con su nuevo guitarrista, Daniel Oreskovic (Meniscus) tras la marcha de Khon, miembro fundador del grupo: puede que la llegada de Daniel les haya insuflado nuevas energías, pero a nivel de actitud esta vez fueron un 10 todo el tiempo. Se dejaron la piel con cada nota, y el público correspondió eufórico. En lo musical, maestría a nivel instrumental y canciones bien defendidas, si bien el setlist no llegó a fluir como en visitas anteriores, con un bloque central en el que se sucedieron los temas nuevos y que quedó algo plano en comparación en cuanto a dinámicas a ocasiones anteriores. ¿Lo mejor del concierto? La parte final, que encadenó la frenética oscuridad de The Stars Are Stigmata, Great Northern y Something Like Avalanches (el nombre le hace justicia) con el batería Tim Adderley ya totalmente on fire, descalzo a la batería. La resultona versión del himno Children de Robert Miles puso el punto y final a la actuación, con el bajista y fundador del grupo, Alex, cayendo rendido con las últimas notas. Qué épico todo.
Los cabezas de cartel de esta primera jornada eran LITE y los tokiotas se encontraron con una sala bien llena para la ocasión. Toda una alegría porque el gran concierto que dieron en 2014 en esta misma sala hubiera merecido mayor público del que tuvo, y por fin el jueves pareció que iban a tener su revancha sobre el pasado. Y vaya si aprovecharon la oportunidad: poco quedaba de la banda prodigio algo tímida y ensimismada que vimos hace tres años, y en su lugar el cuarteto que vimos en acción se nos llevó literalmente por delante. Ef fue la encargada de abrir la veda y en menos de un minuto ya estábamos todos flipando. Hace un tiempo un amigo me dijo que sea cual sea tu pasión, y le dediques el tiempo que le dediques, siempre habrá un japonés crack que lo haga infinitamente mejor que tú. No sé si es verdad pero ciñéndose al math-rock, está claro que los componentes de LITE y su virtuosismo casi de otro mundo serían un buen ejemplo. Su batidora de math rock anguloso y rock progresivo mutaba hacia los riff duros y los guiños al funky por igual, y a todos se nos iban los pies y la cabeza con lo que estábamos teniendo la suerte de presenciar. Les capitaneaba su bajista, Jun Izawa, que “mandaba” con aplomo mientras enarbolaba su bajo y no paraba quieto, provocando al público, poseido por su propia música. Sonaron temas clásicos como Ef, Echolocation, Ghost Dance o Bond, pero también las pegadizas Warp, Balloon o D, de su último trabajo, Cubic, sal y pimienta perfecta para un seltist matador. Sugoi!