2 de noviembre de 2009, Sala Apolo. Standstill fueron los encargados de estrenar la más que loable iniciativa que propone el Festival In-Edit Beefeater en su presente edición: incluir conciertos en su programación. Y como siempre, los barceloneses no sólo no defraudaron sino que sobrepasaron todas nuestras expectativas, en una noche cálida y emotiva para el recuerdo.
De manera excepcional dado el formato íntimo del concierto, el grupo estuvo representado por Ricky Faulkner y Enric Montefusco, que subieron al escenario acompañados tan sólo por sendas guitarras, dispuestos a demostrar que las buenas canciones, aliñadas con creatividad e interpretadas por buenos músicos, son capaces de emocionar en cualquier versión, incluso desnudas de todo artificio y en su más mínima expresión.
Con la sala llena y en un respetuoso silencio total, comenzaron la velada con 1, 2, 3, sombra como cálida bienvenida. Sin apenas respiro entre un tema y otro, dejaron al respetable desarmado con una brillante interpretación de Poema nº 3, uno de sus mejores temas, que incluso en acústico supo sonar desgarrado y agridulce a la vez y ponernos el vello de punta. Le siguieron las fantásticas G.M y Por todas las cosas, también de su disco Standstill. Llegado este punto ya se habían metido al público con la perfecta interacción entre ambas guitarras y voces, y con lo bien que funcionaban esas sorprendentes adaptaciones de temas que quizá nunca nos habíamos imaginado sin una sección rítmica o distorsiones. Y fue entonces cuando anunciaron tímidamente que la siguiente era en inglés, y como llegó para nuestro deleite Let Them Burn, seguida nada más y nada menos que por What Truth?, tema de los viejos tiempos, oscuro y lleno de rabia que sonó completamente diferente para la ocasión, lleno de susurros, silencios y guitarras punteadas que aún así conseguían dejar tras de sí el mismo halo de inquietud e incomodidad que el original. Chapeau.
Con un cambio de guitarra y el comentario cómplice de Enric (”cada vez que coja esta guitarra de aquí es que vamos a tocar un tema nuevo, a ver si os gusta”), pasaron a tocar tres canciones nuevas. Tras la tercera todavía hubo tiempo para pedirnos al público que si no nos habían gustado se lo dijésemos, que como aún no habían terminado la grabación del disco aún estaban a tiempo. La verdad es que los tres temas nos dejaron un buenísimo sabor de boca y fueron una nueva demostración de que andan sobrados de talento para crear grandes composiciones y letras en las que uno querría quedarse a vivir.
El fin de la noche se acercaba con la reivindicativa Aire tras la cual comenzaron a tocar Cuando. Y así llegó el momento más curioso de la noche, cuando a Enric le entró un ataque de risa al llegar a la primera estrofa: hasta tres veces intentó cantarla y hasta tres veces tuvo que parar en el mismo punto, con el público animándole a cada nuevo intento. Al final se rindió momentáneamente y la dejó para los bises, y volvió a ella tras tocar una última canción inédita y la alegre 1, 2, 3, Sol . A la cuarta fue la vencida y esta vez no perdonaron: Cuando fue el perfecto broche final, un clímax que dejó al público aplaudiendo y, literalmente, bailando en sus sillas.
CRÓNICA: Rosario López