[FOTOS + RESEÑA] Hives vuelven a reventar Razzmatazz

23-10-2023. The Hives + Bratakus. Razzmatazz. Promotora: Live Nation. Reseña y fotos: Rosario López. ¿Qué tendrán The Hives que nunca se casa una de verles en concierto? Pues un directo explosivo, dedicado en cuerpo y alma al disfrute colectivo. Aunque su propuesta estética y musical es prácticamente la misma que les llevó al éxito hace más de dos décadas, son el ejemplo perfecto de ese refrán anglosajón que reza “si algo no está roto, no lo arregles”. ¿Para qué cambiar algo que arrasa y que gusta tanto, y con lo que la banda se lo sigue pasando obviamente tan bien? El grupo lo sabe, el público lo sabe y los hits no dejan de fluir: así las cosas no es de extrañar que la banda colgara el cartel de “entradas agotadas” en las tres ciudades de esta mini gira española.

Con un Razzmatazz con ganas de botar, abrieron la noche el dúo Bratakus. La banda se compone de Brèagha y Onnagh Cuinn, hermanas oriundas de uno de los pueblos más remotos del norte de Escocia. Seguidoras aférrimas de Bikini Kill y el fenómeno riot grrrl, no dejan  que su localización geográfica y la falta de un baterista con el que ensayar las frene para crear temas tan espídicos como rabiosos, que defienden en las tablas de Razzmatazz acompañadas por una caja de ritmos (algunos se lo afearán, yo lo veo como el símbolo de su espíritu DIY). Sus temas, que caen como balazos, arrancan los primeros vítores de un público que está receptivo ante su punk rock desenfadado: de todo lo oído, me quedo con Final Girls y No More Love Songs. Lo que no tienen de sección rítmica lo compensaron con un desparpajo que llevan en la sangre… y con Chris Dangerous, batería de The Hives, haciendo una aparición estelar para tocar el último tema y dejarlo todo en lo más alto. 

Que The Hives estuvieran presentando el que es su primer disco en una década, The Death of Randy Fitzimmons, era algo a celebrar, claro, pero en realidad casi era lo de menos. Cuando despegó la noche con la nueva Bogus Operandi, que rompía el aire tras la marcha fúnebre de Chopin, la familiaridad del rito conocido nos saltó al cuello. Howlin Pelle Almqvist se deshacía entre saltos a la primera de cambio mientras las primeras filas se desgañitaban gritando “Like I said like I said like I said” con el mismo fervor con el que luego corearían “Hate to Say I Told You So!”: al final hay una descarga eléctrica común atravesando tanto un hit como el otro. Esta noche en Razz, entre saltos, guiños al público, coreos entregadas y cerveza por los aires, The Hives demuestran de nuevo temazo a temazo Main Offender, Walk Idiot Walk, Tick Tick Tick Boom) que la famosa fuente de la juventud eterna debe ser algo muy parecido a su música: son una banda a la antigua, de los que atesoran el dinamismo físico y el sudor en la frente como manera de acercarse a cada una de las personas que tienen delante, de los que (también) invitan a guardar el teléfono tras las primeras canciones para vivir el momento d verdad. Contagian tal energía a los fans que solo se nota el paso del tiempo cuando la banda pide al público que se agachen todos a media canción y las rodillas de algunos de “la vieja escuela” se niegan… por lo que puede pasar. Por lo demás, con temas tan urgentes como Trapdoor Solution y Come on! The Hives confirman una vez más que son algo mejor que una banda: son ese lugar seguro donde dejar el mundo real fuera para bailar como si nadie te mirara.

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